Blanco



miércoles, 28 de marzo de 2012

EL APEGO (Muy interesante)

El apego es el vínculo emocional que desarrolla el niño con sus padres (o cuidadores) y que le proporciona la seguridad emocional indispensable para un buen desarrollo de la personalidad.
EL VÍNCULO EN EL MUNDO ANIMAL
El vínculo entre los padres y sus hijos se produce en la mayoría de las especies animales:
En 1935 Konrad Lorenz, observador de animales, demostró que existía una conexión innata entre las aves recién nacidas y una figura materna. En su estudio con patos y gansos descubrió que estas aves se vinculaban con el primer ser vivo que veían al salir del cascarón y a partir de entonces lo consideraban su madre. A esto se le denomina impronta y sucede en especies en las que nacen muchas crías y estas deben apegarse inmediatamente a una figura adulta que les surta de alimento y protección. Hay que destacar que esta impronta se establece en un periodo determinado, pasado el cual, el recién nacido no se apegará a ninguna figura.
En el caso de los mamíferos también existe un periodo crítico en el que se puede activar el vínculo. En los primeros minutos tras el parto, la madre debe tener contacto con el recién nacido a fin de que fijen su olor y aspecto. Si no es así, rechazaran a la cría.
En los humanos y otros primates, la biología del vínculo es más difícil de analizar.
EL APEGO EN LOS HUMANOS
En sus inicios, el psiquiatra Sigmund Freud atribuía ese vínculo a aspectos puramente “nutricionales”. Freud afirmaba que el lazo lo establecía el bebé al engancharse al pecho y la madre respondía a esta acción. Posteriormente, otros científicos afirmaron que era el hambre, el alivio del dolor o la incomodidad lo que provocaba el apego entre madres e hijos. El bebé era el responsable de iniciar y mantener el vínculo, mientras la madre respondía y se sentía bien al poder satisfacer las necesidades de su bebé.
En los sesenta, el psicólogo Harry Harlow, demostró que la comida y el alivio de la incomodidad tenían poco que ver con la intensidad del vinculo madre-hijo entre los primates. Experimentó con monos separándolos de sus madres. Los colocó en una jaula con dos “madres” artificiales. Ambas estaban hechas de madera y alambre con caras parecidas a las de los monos. Una “madre” estaba equipada con pezones que proporcionaban leche. La otra no daba leche, pero estaba cubierta de una tela afelpada.
Los monos pasaban muy poco rato alimentándose de la madre con leche y permanecían la mayor parte del tiempo acurrucados junto a la madre cubierta de pelo. Lo más interesante y triste de este experimento fue que estos monos al crecer fueron incapaces de establecer vínculos con otros monos al no haber podido crear un vínculos con sus madres reales.
Por esa misma época, el psicólogo John Bowlby, basándose en su trabajo en instituciones con niños privados de la figura materna, demostró que el vínculo se establece por el impulso innato que lleva a la madre a proteger al bebé. El hecho de que el bebé llore o se muestre inquieto estimula esa respuesta. Esto se debe a que una madre que proporciona abrigo, alimento y protección, unida a un bebé que sabe estimular esa conducta a través del llanto o la sonrisa, forman el binomio que goza de una mayor probabilidad de supervivencia.
Bowlby formuló la teoría del apego, basada en que el estado de seguridad, ansiedad o temor de un niño viene determinado en gran medida por la accesibilidad y capacidad de respuesta de su principal figura de afecto (persona con que se establece el vínculo). El apego proporciona seguridad emocional al niño: se siente aceptado y protegido incondicionalmente. Según esta teoría, el bebé nace con una serie de conductas que tienen como finalidad producir respuestas en las madres: la succión, las sonrisas reflejas, el balbuceo, la necesidad de ser acunado y el llanto son las “habilidades” de las que dispone el bebé para vincularse con sus cuidadores. Con este repertorio los bebés buscan mantener la proximidad con la figura de apego, resistirse a la separación, protestar si se lleva a cabo (ansiedad de separación), y utilizar la figura de apego como base de seguridad desde la que explorar el mundo.
Más tarde Mary Ainsworthen, en su trabajo con niños en Uganda, encontró una información muy valiosa para el estudio de las diferencias en la calidad de la interacción madre-hijo y su influencia sobre la formación del apego.
Ainsworth encontró tres patrones principales de apego:
-Niños de apego seguro que lloraban poco y se mostraban contentos cuando exploraban en presencia de la madre.
-Niños de apego inseguro, que lloraban frecuentemente, incluso cuando estaban en brazos de sus madres.
-Niños que parecían no mostrar apego ni conductas diferenciales hacia sus madres. Estos comportamientos dependían de la sensibilidad de la madre a las peticiones del niño.
EL APEGO EN LA ACTUALIDAD
Este vínculo se ha establecido sin problemas durante toda la historia de la humanidad, ya que el parto y nacimiento se veía como algo normal y natural. En el momento en que el parto empezó a verse más bien como un acto médico y las mujeres empezaron a acudir a los hospitales a dar a luz, empezaron a surgir dificultades en el establecimiento de este vínculo. En los hospitales de principios del siglo XX los bebés eran separados sistemáticamente de sus madres y devueltos como mínimo 12 horas después del parto. Estudios recientes demuestran que las dos horas siguientes tras el nacimiento, se produce en el bebé un incremento considerable de una hormona que espabila al recién nacido y lo estimula para que se agarre al pecho y establezca con su madre el tan preciado vínculo.
El contacto piel con piel y la proximidad física crean los lazos de unión determinantes para la díada madre-hijo. Por ello estas primeras dos horas de vida son cruciales y nunca debería separarse a madre e hijo tras el parto (salvo indicación médica justificada).
Actualmente los hospitales españoles han mejorado bastante en este aspecto pero todavía queda mucho trabajo por hacer. Los llamados hospitales “amigos de los niños y de las madres”, potencian entre otras medidas respetar siempre el contacto y la cercanía entre la madre y su bebé.
¿QUÉ FACTORES FAVORECEN EL VÍNCULO ENTRE HUMANOS?
- La lactancia materna: a demanda y hasta que madre e hijo así lo deseen
- El colecho: los hijos duermen con sus padres
- El contacto físico y la proximidad: empezando por el contacto piel con piel tras el nacimiento
- El respeto al recién nacido, niño y adolescente en todas sus etapas evolutivas en función de sus necesidades e intereses
- Fomentar el dialogo y la comunicación entre padres e hijos
- Compartir momentos de juego, ocio, entretenimiento, etc.
Artículo extraído de la web Criar con Apego, asociación muy interesante de Málaga.

4 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Muy interesante....

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    2. excelente artículo... debería existir más guía psicológica en el parto porque se pierde mucho desde que la madre incluso es llevada sola ya se le añade más tensión a la difícil tarea de dar a luz...

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